Solía ver la televisión en un aparato antiguo, de los primeros que llegaron a España. Alguna vez le oímos comentar que este medio de comunicación, utilizado adecuadamente, podía convertirse en un imprescindible auxiliar para la educación del pueblo, y podía ser perjudicial si la programación se orientaba mal. Por eso solía estar pendiente de todos los programas. A veces se mostraba verdaderamente preocupado con la imagen y el concepto que se estaba creando en el subconsciente de los españoles mediante algunas emisiones que él consideraba que deformaban la espiritualidad nacional. Veía todo lo que le era posible,en cuanto no tenía tarea de despacho. Desde luego, siempre que se televisaban espectáculos deportivos, porque le interesaban. No se perdía los partidos internacionales de fútbol. Le divertían las rivalidades, y de su inclinación por el Real Madrid no cabía duda.
(Los últimos 476 días de Franco. Vicente Pozuelo. (c) 1981. Pag. 20. Editorial Planeta)
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