El caudillo, de uniforme, posa rodeado de parte de su familia con motivo del nacimiento de uno de sus nietos. Fuente: efe |
En aquella ocasión nos sentamos con el Generalísimo y doña Carmen su nieto Jaime, el ayudante de servicio y yo.
La comida, según pude observar, era similar a la de cualquier familia de la clase media española, pero elaborada menos cuidadosamente. Se tomaba vino casi siempre.
Él sólo lo probaba, y ni en la mesa ni después tomaba licor alguno. Durante la comida comentamos noticias del día y algunas de ellas internacionales. Hablaban la Señora, los nietos, el ayudante. El Generalísimo escuchaba a todos, sonreía y, de vez en cuando, apuntaba una observación, siempre con agudeza. En realidad, el clima del almuerzo estaba sometido a la personalidad de Franco, un hombre que llenaba el ambiente. Tenía una estatura pequeña, unos ojos brillantes,
pero donde él estaba no cabía nadie más.
La comida, según pude observar, era similar a la de cualquier familia de la clase media española, pero elaborada menos cuidadosamente. Se tomaba vino casi siempre.
Él sólo lo probaba, y ni en la mesa ni después tomaba licor alguno. Durante la comida comentamos noticias del día y algunas de ellas internacionales. Hablaban la Señora, los nietos, el ayudante. El Generalísimo escuchaba a todos, sonreía y, de vez en cuando, apuntaba una observación, siempre con agudeza. En realidad, el clima del almuerzo estaba sometido a la personalidad de Franco, un hombre que llenaba el ambiente. Tenía una estatura pequeña, unos ojos brillantes,
pero donde él estaba no cabía nadie más.
(Los últimos 476 días de Franco. Vicente Pozuelo. Ed. Planeta. 1980. Pág.19)
Foto: Franco Junio 1975
Foto: Franco Junio 1975
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