Al Generalísimo le molestaba la idea de vencedores y vencidos. Al contrario, el quería que los españoles estuvieran siempre todos unidos. Lo que pasa es que aquello de la guerra fue muy duro. Para vencidos y vencedores. Y si bien es verdad que estos se sentían con derechos sobre los rojos derrotados, que eso es una realidad innegable; también es cierto que los vencidos no perdonaban la derrota. Todo esto es muy es muy complicado. Pero el Caudillo no inventó lo de vencedores y vencidos. Esto era una realidad. Sangrante, injusta, como se quiera, pero era una realidad que estaba ahí, en la calle, en los hogares, en todas partes. La reconciliación no fue posible. Sobre todo en los primeros años. Luego se fue olvidando. Hasta que los aliados ganaron la guerra y empezó don Juan con sus declaraciones y los rojos querían invadir España otra vez. Infelices. ¡Como si mi hermano se chupara el dedo! Y más tarde, pues ya se sabe, cuarenta años de paz, que se deterioraron a última hora con